Procusto, a veces llamado Sillis, es un personaje de la mitología griega. Era un bandolero que trabajaba de mesonero. Estaba convencido de que todos los hombres en la Tierra tenían que medir lo mismo, 170 cm. El mismo medía 170 cm. Y se daba cuenta que no todos medían lo mismo, pero estaba convencido de tener razón: los que sobrepasaban esa altura es que se habían equivocado, se habían olvidado de dejar de crecer. Y los que no llegaban también se habían equivocado, sencillamente se habían olvidado de crecer. En realidad, los hechos no contradecían su creencia de base.
Por consiguiente, en las habitaciones de su albergue, las camas medían 170 cm. Durante la cena, mezclaba un somnífero en la bebida de los viajeros de manera que, cuando caían produndamente dormidos, cortaba los pies de los que sobresalián de la cama y mediante cuerdas y poleas, estiraba las piernas de los que eran demasiado bajos…de modo que, al día siguiente, todos medían 170 cm.
Todos nosotros, sea cual sea nuestra disciplina, corremos el riesgo de vivir el complejo de Procusto de manera inconsciente.
El médico deberá recordar en todo momento que, entre él y el paciente, siempre será éste el último el que tendrá razón; el síntoma está en él, el origen y la solución. Las causas que mantienen el síntoma también están en él, así como el camino que conduce a su curación. A pesar de nuestras creencias médicas, tenemos que estar abiertos al sentido del paciente. Tenemos que ser curiosos y estar atentos a todas las novedades, poque todavía nos queda tanto por descubrir…..
Extracto de «El Cuerpo como Herramienta de Curación» de C. Flèche