Muchos hemos recorrido toda nuestra vida acompañadas; el estar íntimamente vinculadas a otras personas obliga a tener que llegar siempre a un compromiso, para todo, desde cómo administrar el dinero y dónde vivir , a qué película ir a ver o qué cenar. Y, por regla general, anteponemos los deseos de los demás a los nuestros.
Para desentumecer nuestros músculos que sirven para tomar decisiones, debemos animarnos a volar solas, por lo menos unas horas cada semana. Necesitamos estar solas para recargar y renovar nuestra capacidad para saber lo que queremos y hacer, sólo por nosotras, lo que nos parece bien.
Priscilla había esperado con anhelo un sábado en que toda su familia se iría y ella podría disponer de todo el día para ella. Pero en vez de relajarse en paz y tranquilidad o entregarse enérgicamente a su afición preferida, se puso a vagar por la casa. Al llegar el mediodía ya había comprendido, desconcertada, que su vida había girado tantos años en torno a los deseos de los demás que había olvidado qué le gustaba hacer.
Tenemos la responsabilidad de convertirnos en la mejor persona que podemos ser y tenemos derecho a dedicar para nosotras solas el tiempo necesario para volver a comunicarnos con esa persona. ¿Qué cosas te gustan y cuáles no? ¿Cuáles son tus deseos y talentos? ¿Qué objetivos tienes? ¿Qué dones particulares tienes que ofrecer? Basta con que te preguntes periódicamente «Qué quiero hacer?», «Cómo me siento?» y «Qué puedo hacer aqui?» para flexibilizar las alas y poder volar hacia una libertad personal responsable.
Si volamos a solas con regularidad volveremos a hacernos realmente presentes para nosotras mismas y, cuando aceptemos que nos va bien tener tiempo para nosotras solas, podremos ser más cariñosas y receptivas con los demás. El volar a solas nos confiere un carácter más compatible y comprensivo para viajar en compañía.
Afirmaciones: Decido las cosas fácilmente.Tengo tanto derecho a la soledad como a la compañía. Sé lo que quiero.
Extracto del libro «Sé Positiva» – Sue Patton Thoele