Sí, incluso los más pequeños tienen emociones! No solamente tienen emociones, sino que casi solo tienen eso! Los bebés son muy sensibles, reactivos a todos los estímulos. Cada rostro, cada situación, cada experiencia es primero una experiencia emocional pura, nada más. ¿Pueden analizar la situación o reflexionar de forma lógica lo que les sucede? Claro que no. Tienen sus necesidades, son sus necesidades y son dependientes de colmarlas, están de alguna manera físicamente e intelectualmente «impedidos». Momentáneamente por supuesto.
Pueden tener las mismas enfermedades que los adultos si tienen resentires. Existen también enfermedades específicas de los bebés como existen enfermedades específicas de los adultos (infarto, fibroma uterino, endometriosis, úlcera de estómago, desprendimiento de retina…) y de la gente mayor (próstata, degeneración de la mácula, Parkinson, Alzheimer…).
En el niño pequeño el resentir puede ser el de la madre; de hecho, se podría decir «cuando los padres comen pasas, a los niños les rechinan los dientes». Es lo que se llama conflicto transgeneracional. El conflicto del origen de la enfermedad viene a veces de los ancestros y a veces de la vida intrauterina. «¿Qué ha vivido la madre durante el embarazo?» es una pregunta muy importante ya que el bebé está en simbiosis con su madre, (re)siente lo que ella (re)siente, son una unidad biológica, su circuito sanguíneo está unido al de la madre.
En resumen las enfermedades del bebé pueden venir:
– de un conflicto que ha (re)sentido él
– un conflicto resentido por su madre
– de la vida intrauterina, conflicto de la madre o del bebé
– de un conflicto que pertenece a la vida antes de la concepción, transgeneracional.
Christian Flèche (del libro «Moi, Malade, mais Pourquoi?», «Yo, Enfermo, pero Porqué?»)